1. Conceptos básicos: ¿Qué son el TDA y el TDAH?
El Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) son condiciones del neurodesarrollo que afectan la capacidad de autorregulación del comportamiento, las emociones y la atención. Aunque en la práctica clínica suelen usarse ambos términos de manera intercambiable, existe una distinción importante entre ellos, principalmente en cuanto a la presencia o ausencia de síntomas de hiperactividad e impulsividad (American Psychiatric Association [APA], 2013).
El TDA, considerado históricamente una variante del TDAH, se refiere a un patrón persistente de inatención, sin la manifestación significativa de hiperactividad o impulsividad. Las personas con TDA suelen presentar dificultades para mantener la concentración, seguir instrucciones y organizar tareas, pero no exhiben conductas motrices excesivas o impulsivas de manera marcada (Barkley, 2015).
Por otro lado, el TDAH comprende tres presentaciones clínicas diferenciadas:
- Presentación combinada (inatención e hiperactividad-impulsividad)
- Presentación predominante inatenta
- Presentación predominante hiperactiva-impulsiva (APÁ, 2013). De esta manera, el diagnóstico de TDAH contempla tanto los síntomas de falta de atención como los de hiperactividad e impulsividad, mientras que el TDA puede entenderse, dentro de la clasificación actual, como el subtipo predominantemente inatento del TDAH.
La evolución histórica del concepto también resulta relevante. El término "TDAH" fue introducido en el DSM-III-R (APA, 1987), en sustitución del anterior "trastorno hipercinético". Posteriormente, el DSM-IV (APA, 1994) y el DSM-5 (APA, 2013) perfeccionaron la definición, reconociendo que no todos los individuos presentan hiperactividad significativa. De ahí que muchos profesionales y textos sigan utilizando "TDA" para referirse a individuos con un perfil predominantemente inatento, aunque técnicamente, bajo el marco actual, se consideren dentro del espectro de TDAH.
Finalmente, es importante señalar que ambos trastornos son considerados afecciones neurobiológicas con base genética significativa y que afectan múltiples dominios del funcionamiento adaptativo, incluyendo el académico, social y ocupacional (Faraone et al., 2015). Por ello, su diagnóstico y manejo deben abordarse desde un enfoque integral y especializado.
2. Diferencias entre TDA y TDAH
Aunque el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) comparten elementos fundamentales, como las dificultades en los procesos atencionales y ejecutivos, presentan diferencias clínicas, neurobiológicas y diagnósticas relevantes que deben ser cuidadosamente consideradas.
2.1 Diferencias desde el enfoque clínico
Clínicamente, la principal diferencia entre el TDA y el TDAH radica en la presencia o ausencia de síntomas de hiperactividad e impulsividad. El TDA se caracteriza predominantemente por dificultades sostenidas de atención, distractibilidad, desorganización y olvido de tareas cotidianas, sin que exista una manifestación significativa de comportamiento hiperactivo o impulsivo (Willcutt et al., 2012).
En contraste, el TDAH presenta, además de los problemas de atención, síntomas evidentes de hiperactividad (como movimientos excesivos, dificultad para permanecer sentado, habla excesiva) e impulsividad (como interrumpir conversaciones, dificultad para esperar turnos, toma de decisiones apresuradas). La hiperactividad puede disminuir con la edad, pero la impulsividad tiende a persistir en muchos casos (Barkley, 2015).
2.2 Diferencias desde la neurobiología
Desde la perspectiva neurobiológica, estudios de neuroimagen han demostrado patrones de activación cerebral distintos entre el TDA y el TDAH. Ambos trastornos muestran disfunciones en las redes fronto-estriatales y en el sistema de atención dorsal, implicados en la regulación de la atención y el control ejecutivo (Cortese et al., 2012).
Sin embargo, en el TDAH se observa una hipoactivación más prominente en regiones relacionadas con la inhibición de respuestas motoras (como el córtex prefrontal dorsolateral y el ganglio basal), lo que correlaciona con los síntomas de hiperactividad e impulsividad. En el caso del TDA, las alteraciones son más específicas de redes responsables de la alerta sostenida y el procesamiento de estímulos relevantes, como la corteza parietal posterior y el sistema reticular (Bush, 2010).
Además, existen diferencias en los perfiles neuroquímicos. El TDAH ha sido asociado con disfunciones en los sistemas dopaminérgico y noradrenérgico, fundamentales en el control de la motivación y el procesamiento de recompensas. El TDA, por su parte, parece involucrar alteraciones principalmente en los circuitos noradrenérgicos que regulan el estado de alerta y la atención sostenida (Arnsten, 2009).
Estas diferencias neurobiológicas apoyan la noción de que, aunque el TDA puede ser conceptualizado dentro del espectro del TDAH, posee particularidades suficientes que justifican una atención diagnóstica diferenciada.
2.3 Diferencias según los manuales diagnósticos (DSM-5 y CIE-11)
El DSM-5 (APA, 2013) no reconoce el "TDA" como un diagnóstico separado. En su lugar, describe el TDAH como un único trastorno con tres presentaciones posibles:
- Presentación combinada: Si se cumplen criterios tanto de inatención como de hiperactividad-impulsividad.
- Presentación predominantemente inatenta: Si predominan los síntomas de inatención y los de hiperactividad-impulsividad son mínimos o están ausentes.
- Presentación predominantemente hiperactiva-impulsiva: Si predominan los síntomas de hiperactividad e impulsividad.
2.3.2 CIE-11
La Clasificación Internacional de Enfermedades, 11ª edición (CIE-11), publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2018), utiliza la categoría de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad bajo el código 6A05, subdividiéndolo en subtipos similares:
- Tipo combinado
- Tipo predominantemente inatento
- Tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo
La CIE-11 también reconoce que en algunos casos puede existir un predominio claro de síntomas de inatención sin hiperactividad/impulsividad significativa, lo que sería equivalente al TDA. Sin embargo, al igual que en el DSM-5, no establece el "TDA" como un diagnóstico separado per se.
Una diferencia relevante entre ambos manuales radica en la manera de conceptualizar los trastornos del neurodesarrollo: mientras el DSM-5 describe al TDAH dentro de la categoría de Trastornos del Neurodesarrollo, la CIE-11 agrupa los trastornos de déficit de atención dentro de un espectro más amplio de trastornos de regulación psicomotriz.
3. La importancia de evitar el autodiagnóstico en TDA y TDAH
El autodiagnóstico de trastornos como el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se ha vuelto cada vez más frecuente, en gran parte debido al acceso a información no regulada a través de internet, redes sociales y medios de comunicación. Aunque la concientización sobre estos trastornos ha aumentado, el autodiagnóstico representa un riesgo clínico importante y puede llevar a consecuencias negativas en la salud mental, el funcionamiento social y la vida académica o laboral del individuo (Sansone & Sansone, 2010).
A continuación, se abordan las principales razones por las cuales el autodiagnóstico de TDA/TDAH debe ser evitado y la importancia de una evaluación profesional rigurosa.
3.1 Complejidad clínica del diagnóstico
El diagnóstico de TDA y TDAH es clínicamente complejo y requiere una evaluación exhaustiva que considere:
- La presencia de síntomas en más de un contexto (por ejemplo, hogar, escuela, trabajo).
- El inicio temprano de los síntomas (antes de los 12 años, según el DSM-5).
- El impacto funcional significativo de los síntomas.
- La exclusión de otros diagnósticos diferenciales que puedan explicar los síntomas (APA, 2013).
Muchos trastornos psiquiátricos y condiciones médicas pueden imitar los síntomas de TDA/TDAH. Por ejemplo:
- Trastornos de ansiedad pueden provocar dificultad para concentrarse debido a la hipervigilancia.
- Trastornos depresivos pueden producir apatía, lentitud cognitiva y dificultades de atención.
- Trastornos del sueño (como insomnio crónico o apnea obstructiva del sueño) pueden generar síntomas de inatención y fatiga.
- Trastornos del aprendizaje, dislexia o problemas sensoriales también pueden confundirse con TDA.
Un diagnóstico preciso requiere una entrevista clínica estructurada, el uso de escalas de evaluación validadas, entrevistas a terceros (padres, maestros, pareja) y, en ocasiones, la aplicación de pruebas neuropsicológicas específicas (Silverstein et al., 2020).
3.2 Consecuencias del autodiagnóstico
El autodiagnóstico incorrecto de TDA/TDAH puede conllevar a:
- Tratamientos inapropiados: El inicio de terapias farmacológicas o intervenciones no adecuadas puede resultar perjudicial, ya que los medicamentos para TDAH tienen efectos sobre el sistema dopaminérgico y cardiovascular.
- Retraso en el diagnóstico real: Otras condiciones médicas o psiquiátricas subyacentes pueden pasar desapercibidas y no recibir el tratamiento adecuado.
- Autoestigma y autoeficacia disminuida: La persona puede comenzar a verse a sí misma como incapaz o defectuosa, disminuyendo su motivación y expectativas de logro.